Un nuevo estudio saca
a la luz el carácter vanguardista e innovador de los individuos que habitaron
el valle granadino.
FUENTE:LA VANGUARDIA: REDACCIÓN, GRANADA 16/02/2020
Un nuevo estudio enmarcado en el proyecto de investigación ‘ProyectORCE’,
que dirige el profesor del departamento de Prehistoria y Arqueología de la
Universidad de Granada (UGR), Juan Manuel Jiménez Arenas, ha puesto de
manifiesto la complejidad del comportamiento y el carácter vanguardista e
innovador de los grupos humanos que habitaron la localidad de
Orce (Granada), los más antiguos del continente europeo.
Según informa la UGR en una nota de prensa, este trabajo, que publica la
prestigiosa revista ‘PLoSOne’ , revela que los habitantes de
esta comarca granadina emplearon hace 1,4 millones de años técnicas
innovadoras a la hora de fabricar sus útiles en piedra que no se volvieron
a utilizar hasta 400.000 años después.
Dicho de otro modo, “esta región puede ser considerada el ‘Silicon
Valley’ de la Prehistoria, porque supuso un motor del progreso tecnológico en
el que se desarrolló una tecnología visionaria, muy adelantada a su tiempo”,
han señalado los autores.
La investigación ha sido liderada por la miembro del Instituto Catalán
de Paleocología Humana y Evolución Social (IPHES), Stefania Titton, y ha
sido financiada por la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía.
Los yacimientos arqueopaleontológicos de Orce no solo revelan, una vez más,
el inmenso potencial patrimonial y científico que atesoran. También fueron
vanguardia tecnológica durante la Prehistoria hace 1,4 millones de años.
Ejemplo de ello es el yacimiento de Barranco León, donde se ha hallado el
resto humano más antiguo del continente europeo. Un individuo que perteneció a
una población humana mucho más innovadora de lo que se pensaba.
Siempre se ha considerado que en esos tiempos pretéritos, los más
remotos de la Prehistoria europea (entre 1,4 millones de años y 1 millón
de años), la cultura material conocida (tecnología lítica tallada) se
reducía a lascas de piedra con filo cortante. Con su empleo se conseguía el
procesamiento de los cadáveres de los animales de los cuales se alimentaban los
humanos y las piedras más contundentes (percutores a la manera de
martillos) para tallar otras rocas y fracturar huesos de herbívoros para
acceder a la médula ósea, rica en grasas y otras sustancias nutritivas que
influyeron en el desarrollo del cerebro.
La publicación de ‘PLoSOne’ se centra en los esferoides, un tipo
especial de útil que, en nuestro continente, se encuentra en algunos conjuntos
líticos del ‘Olduvayense Evolucionado’ y, sobre todo, del ‘Achelense’. En el
Barranco de León, en los albores del ‘Olduvayense’ europeo, han
aparecido siete de estos artefactos esféricos, lo que implica la
emergencia de complejos esquemas operativos resultado de una configuración
intencional.
“De esta manera, podemos considerar a los esferoides de Orce como a
las famosas máquinas de Leonardo da Vinci, diseños emergidos de un
intelecto visionario y privilegiado siglos antes de pudieran ser fabricadas.
Pero al contrario de aquéllas, las piedras futuristas de Orce, se
materializaron y han llegado hasta nuestros días”, ha destacado el
director del ‘ProyectORCE’ y coautor de la investigación, Juan Manuel Jiménez
Arenas.
Los esferoides denotan que los humanos de Orce poseían la capacidad de
elaborar mapas mentales complejos. Elegían concienzudamente la materia prima en
función del tipo de útil que buscaban, y lo que es más
importante, desarrollaron rutinas de talla relativamente estandarizadas.
Esto indica, desde un punto de vista de las capacidades cognitivas, una
idea preconcebida del producto final y, desde el de las capacidades motoras,
una jerarquización de los gestos de talla.
Este estudio ha sido posible
gracias a la colaboración de arqueólogos del IPHES de
Tarragona como Stefania Titton, Deborah Barsky, Josep Maria Vergès y
Robert Sala-Ramos; de la Universidad de Granada Alexia Serrano-Ramos, José
Antonio García-Solano y Juan Manuel Jiménez-Arenas;, Amelia Bargalló del
University College de Londres e Isidoro Toro-Moyano, del Museo Provincial
Arqueológico y Etnográfico de Granada.
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