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ORCE (Granada)

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VISTAS: PASEO, IGLESIA, CASTILLO Y PLAZA.

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VISTA AÉREA DEL PUEBLO

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lunes, 5 de septiembre de 2011

IV ORCEFOLK


TRADERE + TRENCACLOSQUES.    Orcefolk, un festival de cuento.

Trencaclosques pertenecen a la escuela de los juglares "que van de lugar a otro cantando y contando, poesía, buen hacer y un poco de sensatez".

JUAN JESÚS GARCÍA
Orce (Granada), 10/08/2011

A primera hora del lunes decía adiós el Orcefolk 2011, una muestra sorprendente siempre e inédita por tan ancianas latitudes, donde con seguridad y permiso de su primo burgalés sonaron las primeras melodías de la península, que aquello sí que fue música tradicional. Los arqueólogos de la música actualmente rastrean, encuentran, cepillan, limpian... y luego reconstruyen el hueso primitivo del cancionero, cada uno a su manera, cada uno como quiere, que tanto TRADERE como TRENCACLOSQUES (en la foto) pertenecen a escuelas y corrientes muy distintas.

Los vallisoletanos, los primeros, pueden tocar en un festival de folk como el de Orce o también en uno de jazz, porque el tratamiento al que someten a sus piezas resuena eminentemente jazzístico ¡y el encuentro entre soprano y dulzaina es todo un hallazgo tímbrico por lo bien que engranan en el oído! Pueden hacer el 'Canto a la cigüeña' del histórico dulzainero Marazuela, y momentos antes el 'Afroblue' del percusionista cubano Mongo Santamaría, sin que se note la diferencia, y ya forzando la fusión, hacer un pasodoble acalambrado por el ska, cantar la 'Tarara' lorquina y, sin hacer mucho ejercicio de imaginación, recordar por momentos a Carlos Cano en la gravedad de su voz. Cuando se habla de mestizaje, hay que irse olvidando del "manonegrismo" de curso legal.

Trencaclosques pertenecen a otra escuela, la de los juglares "que van de lugar a otro cantando y contando, poesía, buen hacer y un poco de sensatez", según confesaron en su propia presentación rimada. El cuarteto valenciano, también grupo de teatro, infantil y para espectadores de ocho a ochenta años, es, como ya se comprobó en el Festimed hace tres años, una propuesta muy diferente. Efectivamente, cuentan y cantan, también tocan, a ratos representan historias con moraleja para chicos y grandes y con ese don de la cercanía y familiaridad resultan absolutamente embaucadores: si consiguen que casi un millar de personas (la mayoría de edad más que respetable) se pongan a cantar como gaviota, gesticular como murciélago o imiten a Espinete sin el menor asomo de vergüenza, cabe concluir que lo suyo es mágico. Recogen canciones e historias por toda la geografía mediterránea, desde el sur andaluz a la Occitania gala, y, sacando enorme juego a sus habilidades didácticas y comunicativas, consiguieron un alto grado de sintonía con la audiencia, que hizo lo que le pidieron a placer... ¡y por placer! Su cuenta-concierto fue una pausa mágica de fantasía, música e imaginación en la cruda realidad de primas, tías y sobrinas de riesgo desatadas. Y los datos objetivos no engañan: comenzaron a las diez y veinte según marcaba el reloj de la iglesia, y terminaron ¡también a la misma hora! Como dice el mago de la tele, en verdad no existieron, fueron una ilusión, un cuento.

ALIARA + CERANDEO  Orcefolk

Cerandeo es un conglomerado instrumental muy depurado y sofisticado, en una suerte de folk sinfónico de largo recorrido.

JUAN JESÚS GARCÍA
Orce (Granada), 09/08/2011

El Orcefolk 2011 se ha mantenido este año gracias al esfuerzo de todos los implicados. Ha sido el único superviviente total de las cuatro citas del programa Granada Red de Festivales que ha llevado durante algunos años conciertos de primera calidad a puntos de la provincia donde de otra manera hubiese sido imposible contemplar. Y que, como en Orce (con más de 1000 espectadores), han gozado del refrendo de los vecinos que han apoyado con su afluencia y sus aplausos estas iniciativas, ahora momentáneamente en suspenso.

Tras muchos cambios en el programa definitivo, recortando actividades paralelas y ajustándose a la drástica realidad presupuestaria de última hora, el Orcefolk llevó a su día inaugural dos formas completamente distintas de entender la música popular: la tradicional "de-toda-la-vida" de los cordobeses ALIARA, y la contemporánea, y hasta futurista si se quiere, de los extremeños CERANDEO (en la foto); la una con recepción especialmente calurosa por el público de mayor edad, y la otra accesible a un público más joven y arrojado.

Aliara son unos clásicos del circuito andaluz, situando sus fuentes en la zona norte de Córdoba. Marca fundada en 1978, desde entonces han hecho una labor ingente de recuperación del cancionero oral andaluz, trabajo que los hizo merecedores del premio de la música andaluz en su momento. Coetáneos de Jarcha, son de la misma escuela a la hora de armonizar las piezas, y aportar aires de canción de autor. Cantaron jotas, rondas, canciones infantiles... algunas recordadas incluso al segundo estribillo por los espectadores (sobre todo ellas) de mayor memoria acumulada, quienes agradecieron calurosamente el objetivo de "trasmitir para que no se olvide", como dijeron, el cancionero andaluz.

La opción "B" es la de Cerandeo, una formación de once miembros donde cada uno vale por dos o tres ya que tocan rotatoriamente de todo. Cuentan con cantos femeninos enrevesados y entrelazados como si fueran "El Misterio de las Voces Extremeñas" (o sus paisanos Acetre), con un solismo de mucha altura junto al inédito uso de alguna cuerda en esta música, como el violonchelo, o la percusión electrónica, en este caso, eso sí, tocada esta última con una cuchara para "conservar las raíces" con cierto humor. El total es un conglomerado instrumental muy depurado y sofisticado, en una suerte de folk sinfónico de largo recorrido donde ponen el acento diferencial en la flauta y el tamboril, pero con una presencia y una dramaturgia novedosa de hasta varios en formación para aumentar su potencia emotiva, como en la pieza final, 'Sayas', en la que cruzan una vez más "la raya" (la frontera portuguesa) y terminan cantando en su idioma. Su trabajo, muy serio y muy jugoso, fue generosamente aplaudido por el público, que recibió con explícitas ganas la realización "in extremis" de este apresurado Orcefolk.


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